jueves, febrero 19, 2009

“¿Voçe parla español?”

Tenía por aquellos años un familiar con un cargo directivo en la Asociación Cristiana de Jóvenes. Supongo yo que, por ese motivo, recayó en casa un estadounidense que venía a enseñarnos a jugar al básquetbol.
Típico negro de 2 metros, la sensación que de aquella ocasión me quedó grabada hasta el día de hoy, es la de que el fulano no sabía muy bien dónde estaba. Apostaría a que guarda el recuerdo de su viaje a Uruguay como una experiencia rarísima. Sobre todo -me animo a afirmarlo- porque no solo debió enfrentar una desorientación geográfica.
Como todo niño que aprende inglés, estar ante un nativo de un país angloparlante se presenta como una oportunidad única para florearse ante los propios y hacer el ridículo ante los extraños, léase, en este caso, el señor de color.
Por las dudas, fui a lo básico: “What’s your name?”, “How old are you?” y “Where do you live?”. No dio para florearse, pero obtuve respuestas. Quiero creer que algo se me entendía.
Mi abuela –Dios la tenga en la gloria- era una de las personas que estaba presente. No sé cuál fue su intención y si calibró el tenor de lo que dijo, o de lo que intentó decir. Mejor dicho: de las palabras que salieron de su boca o lo que haya sido.
Es posible que su intención haya sido la mejor. Tal vez la de apoyar mis ganas de conversar en otro idioma, sumándose al intento de diálogo. Demostrar, a la vez, amabilidad... No lo sé. Realmente no lo sé. Lo cierto es que tras aquellas inocentes tres preguntitas, mi abuela se despachó con una terrible interrogante: “¿voçe parla español?”.
Terriblemente terrible. Encima le dio un tonito.
Definitivamente el negro dejó de saber donde estaba y –vuelvo a apostar- no embocó una nunca más en su vida.

martes, febrero 10, 2009

Buscar el Ponce

De chico, y con unos amigos, seguíamos a muerte una revista española llamada Microhobby, con asuntos y temas varios relacionados con aquellas famosas computadoras TK90.
En realidad las TK90 eran brasileras y una copia mejorada de las inglesas –y originales- ZX Spectrum. En realidad para estas estaba pensada la revista, pero servía para las otras.
Tiempos en que recién se empezaba a hablar de tener una computadora en casa, estábamos lejos aun de Internet y todas estas cuestiones de Messenger, Skype y Facebook. La revista llegaba con un retraso enorme, pero seguía siendo la forma de estar más o menos actualizado y con lo último.
Está claro que nadie compra una revista solo por la tapa –es decir, no solamente para ver o leer la tapa- pero de a poco se fue convirtiendo en un motivo. Al menos un motivo más.
Tal vez esté cometiendo un pecado al no saber su nombre, pero quien ilustraba las portadas era de apellido Ponce. Sus dibujos eran espectaculares, pero más espectacular resultó ser el fanatismo que generó el buscar su firma en cada imagen. El tipo la camuflaba.
De golpe el hombre se veía en la obligación de dibujar una lápida. ¿Y qué hacía? En vez de poner su rúbrica abajo a la izquierda, como cualquier hijo de vecino, escribía algo en ella y en el medio del texto colocaba su “Ponce”.
“Buscar el Ponce” se convirtió entonces en un deporte. Los lectores en sus cartas, en vez de preguntar por cosas informáticas, reclamaban saber dónde estaba el Ponce del número tal. La revista advirtió este fanatismo y –evidentemente- le pidió a Don Ponce que se esmerara para hacerlo complicado. Había números sumamente complicados.
Quién sabe qué cosas de adolescencia sustituyeron a las Microhobby y a Ponce. Lo cierto es que, como quien no quiere la cosa, de pronto pasaron a la historia.
Por estos días, ya con Messenger, Skype y Facebook –y, saco cuentas, por lo menos 20 años más- me ha dado por “buscar el Ponce” en Internet. No lo encuentro. El tipo ¿se sigue escondiendo? No sé si lo siga buscando. Si esconderse fue lo suyo, no importa que haya pasado con él. Sigue fiel a su estilo y provoca, junto a un buen recuerdo, una sonrisa.
Quiero creer que si: que Ponce está escondido. Como en algún lugar de vaya a saber el armario de cuál de aquellos amigos de la adolescencia, las Microhobby, las TK90 y las ZX Spectrum.